COMPETENCIAS EMOCIONALES: IRA EN LA INFANCIA
El otro día me contaba mi amiga Rosa que su hija de 3 años había tenido su primer gran berrinche… y que había sido en la cola del supermercado por no quererle comprar un dulce. „Todo un clásico“-le dije.
Me contó que no sólo fue difícil por el hecho de tener que sostener emocionalmente a su hija (y a sí misma), sino por todas las miradas que tuvo que soportar. Se sentía juzgada… Pasó vergüenza, se sentía desesperada. En cuestión de segundos… Una de las personas a las que más quiere (su hija) se había convertido en un enemigo. Además se sentía en culpa.
¿Te suena esta situación?
¿Quién no teme a los berrinches?
Pero, ¿por qué necesitan los niños*niñas sentir rabia y poder manifestarla?
La rabia es una emoción, una fuerza poderosa que nos ayuda a cambiar situaciones. Nos enfadamos porque sentimos impotencia ante una situación en la que –por lo general- sentimos que „el otro“ está ejerciendo un poder sobre nosotros. Coarta nuestra voluntad. Así que necesitamos una gran fuerza que nos ayude a tomar una posición, a hacer prevalecer nuestra postura o cambiar esa situación que no nos gusta. Es lo que está haciendo tu hijo*hija al enfadarse: se siente impotente, esta viviendo una situación como injusta y quiere cambiarla. Lo importante es ayudarles a gestionar esta rabia. A expresarla de manera asertiva, con firmeza pero sin violencia.
Gracias a la rabia crece la confianza en nosotros mismos y cuándo experimentamos cómo podemos influenciar en ciertas situaciones… cómo somos escuchados y tomados en cuenta… La rabia nos hace conscientes de nuestros deseos, nos hace fuertes y valientes, nos ayuda a poner límites.
La ira es fuego.
Descontrolado puede destruir bosques, pero controlado quema los campos y los prepara para la nueva cosecha.