Las puertas musicales

Varias personas me habéis preguntado sobre las puertas musicales. Aquí os cuento cómo las preparamos nosotras. Espero que os inspire.

De esta actividad nos interesaba integrar la música con la pintura para ampliar la improvisación asociativa de las dos disciplinas.
Los materiales que utilizamos eran tanto instrumentos musicales (bongos, acordeón, ukelele, maracas…), como todo tipo de materiales que pudiesen “sonar” (palos, cacerolas, mobiliario, cajas…) y el propio cuerpo.
Dibujamos tres puertas en la pizarra y las pintamos de manera diferente.

 

las puertas musicales

 

Como introducción les contamos una historia:

Un niño y una niña se van a pasear al bosque. Cuando quieren volver a casa se dan cuenta de que se han perdido. Buscan y buscan el camino de vuelta, hasta que encuentran una casita. Noooo, no hay ninguna bruja, pero sí que está encantada. Tiene tres puertas y están pintadas de una manera muy especial…
Se ponen a pensar por qué puerta pasar pero no se deciden. ¿Y si se equivocan?
De repente suena una música… Al escucharla con atención y empiezan a entender los dibujos de las puertas y saben exactamente por qué puerta tienen que entrar.
Y tú ¿lo sabes?
(Entonces suena una melodía).

Al principio nosotras representamos musicalmente uno de los tres dibujos y los participantes adivinaban de qué puerta se trataba.

¿Qué puerta puede ser si suena esta melodía?

A partir de ahí, cualquier variante que se te ocurra es válida: como por ejemplo que suene la melodía y que haya que pintarla en una puerta. Y por supuesto que las pinten y las toquen los*las peques.

Las puertas musicales

La finalidad del ejercicio no es si la música representa o no la “imagen correcta”, sino expresar y ampliar los caminos propios de la asociación y la abstracción a través de la música y la pintura (en este caso).
La tarea más importante e intrincada es la de transmitir que todas las respuestas son “correctas” sin caer en un “todo vale” indiferente.

 

 

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