¿CÓMO REACCIONO ANTE UNA RABIETA?
Los niños*niñas sienten rabia y la expresan en modo de rabietas. A ellos les da igual si es en casa o en el supermercado. Muchos padres y madres me preguntan: ¿Cómo puedo reaccionar ante una rabieta?
Lo que nos han enseñado a muchos*muchas de nosotro*nosotras es que hay que ignorar al niño*niña cuando está teniendo una rabieta para que no adopte como costumbre esta reacción para conseguir lo que quiere. Pero las nuevas teorías de educación con apego e inteligencia emocional han puesto de relieve que ignorando las rabietas infantiles no estamos fomentando la gestión de la ira. Presta atención y trata a tu hijo*hija con amor durante una de sus ataques, porque realmente te necesita en ese momento. Aunque no te deje acercarte. Solo con estar ahí le estás demostrando tu apoyo incondicional.
¿Te acuerdas de la última vez que te enfadaste? ¿Guardaste silencio porque la situación no te dejaba articular palabra o la dejaste salir y llegaste a romper algo? ¿Cómo te sientes cuando buscas compresión, le explicas tu enfado a alguien y la respuesta es: no te enfades… si no es para tanto?
Si el fuego que nos invade es destructivo y la emoción tiene lugar en la parte inferior del cerebro, o no podemos actuar y nos paralizamos o no podemos controlarnos y destruimos…
¿Sabes que hay un primer paso que ayuda a activar la parte superior del cerebro?
- NOMBRAR LA EMOCIÓN: „estoy enfadado*a“.
- El siguiente paso es más complicado y requiere de práctica: OBSERVAR TU CUERPO: ¿dónde sientes la rabia y cómo la sientes?
- El tercero es el gran triunfo: COMUNICAR QUÉ ES LO QUE NO TE GUSTA, QUÉ ES LO QUE TE HA HECHO ENFADAR.
- Y por último: ESCUCHAR AL OTRO.
Puedes utilizar el mismo procedimiento con tu hijo*hija. Aquí van un par de ideas:
Mantén la calma, piensa que está aprendiendo a gestionar su impotencia o que está aprendiendo a expresar lo que no le gusta. Intenta no juzgar esto porque tarde o temprano todos y todas queremos cambiar una situación que vivimos como injusta.
Nombra y separa la emoción pura de la manera de expresar la emoción (la conducta). Es la manera de expresar la emoción lo que se debe regular (la conducta): Puedes estar enfadado, pero no puedes romper tus juguetes… Puedes estar furioso, yo te entiendo, pero no puedes pegar a tus amigos…
LA CLAVE ESTÁ EN EL EQUILIBRIO
Intenta no minimizar la situación pero tampoco alimentes su ira o su malestar. Tu hijo*hija necesita o bien una declaración concisa (negociación) o un abrazo amoroso (consuelo).
Aquí va un ejemplo del día a día: María pasa mucho tiempo construyendo una torre, su hermano pequeño pasa corriendo y la destruye. Presa de la ira, la niña le chilla y le pega.
Prueba con frases como:
Te has enfadado ¿verdad? Sé que te ha costado mucho tiempo construir esa torre. Yo también me hubiese enfadado muchísimo. Pero pegando no solucionas nada y además le haces daño a tu hermano… ¿Cómo podemos solucionarlo? ¿Quieres que te ayude a montarla? También podemos pedirle ayuda a tu hermano.
Con niños*niñas a partir de 4 años (mes arriba, mes abajo) ya funciona este método. Al principio les cuesta pensar en soluciones, en qué les puede hacer sentir mejor… ¡pero con práctica y paciencia al final interiorizan el método, entienden cuándo y por qué están enfadados y se van despidiendo de sus ataques de ira.
Importante es evitar los sentimientos de culpa y actuar con empatía.
Ah, otra cosa… Nosotros, los adultos, tenemos que ser constantes.
Un ejemplo más de la praxis o cómo saber que el método funciona: En la Kita en la que trabajaba practicaba este método cada día. Con los niños*niñas y conmigo misma. Un día, a punto de terminar mi jornada laboral y cuando ya estaba todo recogido, un niño volvió a sacar todos los animales de la caja… Así que me enfadé mucho. El niño que había sacado los juguetes me miró fijamente y me dijo: „ahora estás muy enfadada, ¿verdad?“ Me dejó tan impresionada que se me pasó el enfado en segundos, me puse a reir, nos pusimos a reir. Le expliqué por qué me había enfadado y le pedí que me ayudara a recoger.
La gran alegría de ese día fue comprobar que los niños*niñas aprenden con nuestro ejemplo… ¡y que funciona!