Imposible no empatizar con cada uno de los personajes principales y con sus momentos más emocionales.
¿Os apetece saber un poco más de la fuerza de la rabia?
Atención, por si no la habéis visto aún: ¡Lanzaré algún spoiler!
En la película la rabia se desnuda ante nosotros*nosotras y nos deja ver muchas de sus facetas: dando puñetazos, subiéndose -literalmente- por las paredes, insultando, gritando… Así como una expresión más de duelo, de tristeza y de miedo a lo desconocido, a equivocarse a la novedad…
No me gustaría olvidar el protagonismo que adquiere la alegría y la pasión. Y la importancia del movimiento físico en este caso como catalizador de la rabia.
Sobre todo me gustaría remarcar el momento más alquímico de la película, en el que el fuego de la rabia consigue una transformación maravillosa:
Es navidad y Billy y su amigo Micheals se meten en el centro de boxeo. Mientras bailan y se divierten entra el padre de Billy y, por fin, Billy baila. Baila delante de su padre.
En ese momento, la esencia de Billy se expresa, su YO sale a la luz, se muestra, se hace real y fuerte ante los ojos del padre. Toda esa energía y fuerza que hasta entonces eran miradas de odio e injusticia… se transforma en baile, en expresión, en belleza y grita: ESTE SOY YO.
Hasta que el individuo no está preparado para el momento de la eclosión y la transformación, todas las resistencias y los obstáculos han sido necesarios.
La negación, el miedo y la rabia del padre cobran un significado.
Por eso me gustaría deciros, madres y padres, que me “confesáis” con sentimiento de culpa:
Nos hemos vuelto a enfadar.
Es que no le entiendo.
No me sale calmarme.
No puedo decirle que sí.
No me gusta lo que hace.
…que las resistencias no son ni buenas ni malas sino que están ahí por algo.
Cuando el YO del Billy se muestra, el padre por fin ENTIENDE: ¿Y si es un genio? –se pregunta. Entonces aparecen la alegría, el humor, la complicidad y el apoyo auténtico e incondicional.
En definitiva. Una película preciosa sobre las emociones, la pasión y el baile.