Hace poco nació Laia y fui a conocerla. Le di la bienvenida, le pregunté cómo va a embellecer este mundo, qué cualidades y capacidades se ha traído consigo y a dónde quiere llegar.
Todo esto se lo digo sin hablar, en el lenguaje no verbal y sutil que los niños y niñas „hablan“ tan bien.
Ella y su mamá me inspiraron para escribir este texto.

Todos*as nacemos únicos*as y especiales.

Con el tiempo nos estandarizamos… Lo curioso es, que cuando crecemos, buscamos continuamente la forma de ser únicos y especiales que, en realidad, ya está(ba) en nosotros*as.

¿Por qué nos empeñamos en que todos los niños*las niñas sepan lo mismo? ¿Por qué es tan deseado y a la vez tan difícil ser especial? ¿Por qué se nos anima a ser únicos y cuando lo somos (por nosotros*as mismos*as), en realidad, nos sentimos inadecuados?

Llevo observando desde hace un tiempo que cada vez hay más ofertas en educación que se basan y quieren fomentar la creatividad de los*as más pequeños*as (arte, ciencia, música, baile…). Se desarrollan métodos „más originales“, „más alternativos“, „más lúdicos“ que fomentan la creatividad. Y yo me pregunto: ¿lo hacen realmente o es una manera de maquillar el mismo sistema „tradicional“? porque, en realidad, la fórmula ya la tenemos: todos nacemos diferentes y únicos.

Resumiendo: se nos „educa“ para que todos hagamos y sepamos lo mismo y al ir creciendo se nos exige originalidad y creatividad para triunfar, para destacar y salirnos de la masa.
Pero, „¡oye, no te preocupes!“ – nos dice la publicidad – „esa originalidad la puedes comprar“.

No me extraña que vivamos en una eterna búsqueda de lo nuevo, con el estrés y la insatisfacción que esto significa.
Yo creo que no se trata solamente de ser originales o de hacer „algo diferente“, sino de autenticidad.
La creatividad tiene que estar al lado, cuando no al servicio, de la autenticidad y la individualidad. (Este es un tema en el que profundizaré más adelante)

¿Por qué existe el fracaso escolar?

¿Porque no podemos hacer todo el tiempo lo que nos gusta, lo que nos apasiona y motiva?
Si la parte de realización personal está satisfecha, tu hijo*hija empieza a sentir curiosidad por las cosas que no se le dan tan bien. Crece su confianza. La constancia y la concentración ya las tiene porque las practica cada vez que hace lo que le gusta, que se esfuerza en conseguir lo que quiere, cada vez que disfruta haciendo lo que hace.
La experiencia me ha enseñado que si un adulto acompaña y valora lo que el niño*niña sabe hacer, está motivando sus ganas de aprender (esta es la base). Entonces da igual la materia y tu hijo*hija crece sabiendo que puede hacer todo lo que se proponga, que el esfuerzo es su compañero de viaje y que no hay nada „que se le dé mal“.

Después de muchas charlas con padres*madres he llegado a la conclusión de que, en general, tenemos mucho miedo de ir contra lo establecido. Da miedo no estandarizar a los niños*las niñas por si se convierten en personas rechazadas, que no encajan en ningún modelo establecido y por tanto se quedan solos*as… Entiendo que exista este miedo. Como jardinera de niños*niñas yo también lo tengo y por eso cuestiono y equilibrio mis métodos constantemente.
Pero creo que también existe el miedo a fomentar genios, gente extraordinaria que crea o inventa cosas nuevas y admirables, porque entonces el sistema colapsa y debemos reinventarlo.

¿Quieres cambiar algo?

No cambies a tu hijo*hija.
Cambia el sistema en el que no encaja.
Dale tiempo para que se muestre cómo ya es.
Sí puedes cambiar sus conductas, sus hábitos y sus patrones. No estoy hablando de consentirle todo, estoy hablando de no esconder su esencia, sino de pulirla hasta que deslumbre.
Puedes empezar observando qué es lo que más le gusta hacer.
Hay tiempo para crecer.
Acompaña, observa y escucha.

 

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