CAMBIAR EL CHIP
Mi manera de ver la educación cambió el día en que cambié el chip: la manera de pensar y la manera de hablar sobre las competencias de los niños*las niñas.
He tenido que hacer „evaluaciones“ durante muchos años. Por ejemplo: „Miriam (3 años) es muy buena escalando para la edad que tiene, pero no se concentra pintando, no para de moverse en la silla… Fomentaremos su gusto por pintar“.
(¡Ay! cuándo creemos que sabemos mejor que nadie lo que necesitan los niños*las niñas…)
Mi actitud cambió cuando comprendí que a Miriam le encantaba escalar y que necesitaba estar en movimiento: por eso no paraba de moverse en la silla.
Ese es el cambio del chip al que me refiero:
- del … NO SE PUEDE CONCENTRAR PINTANDO -> al … LE GUSTA Y NECESITA MOVERSE
- del … ES UNA NIÑA MUY MOVIDA, NO PARA -> al … ES UNA NIÑA ATLÉTICA Y ACTIVA
- del … NO SABE NI QUIERE PINTAR -> al … LE INTERESAN ACTIVIDADES AL AIRE LIBRE
Démosle más tiempo fuera, dejémosle que siga trepando por los árboles todo lo que quiera y necesite, dejémosle que se realice, que su autoestima y su felicidad interior crezcan. Observemos y apoyemos este talento.
Volví a hablar con los padres de Miriam y rectifiqué: „No voy a fomentar su gusto por pintar, voy a fomentar su gusto por trepar“.
¿Sabes lo que pasó a los seis meses?
Cuando se dio cuenta de que no le ponía límites a su talento, experimentó todo lo que deseó: trepó hasta la copa de todos los árboles del jardín, hasta el techo de la casita de madera, por las espalderas del gimnasio… hasta que un día dijo: „Cristina, hoy quiero pintar“.
¿A QUÉ ME REFIERO CON TALENTOS?
Cuando hablo de talentos me refiero a aquello que un niño*una niña quiere hacer constantemente o que sabe hacer bien. Pueden ser talentos innatos que duran toda la vida o recientemente aprendidos y temporales.
Cuando hablo de talentos no solo me refiero a tener una buena voz o saber dibujar. También me refiero a las obsesiones („es que sólo quiere jugar a la pelota“), sus puntos fuertes («ya sabe calcular»), los intereses („me pregunta sobre los dinosaurios“), los gustos y las pasiones („le encanta bailar“).
Cuando hablo de fomentar los talentos no me refiero solo a llevar a tu hijo*hija a clase de dibujo, de canto o a deporte. Hablo de prestar atención y admirar con actitud curiosa y respetuosa lo que más le gusta hacer y lo que mejor sabe hacer.
Y lo mismo con sus cualidades personales: ¿qué es lo que hace que tu hijo*hija sea especial y único*a?
Fomentar las cualidades es mucho más que emitir un juicio de valor, mucho más que un „¡qué bien lo haces!“. Es un proceso delicado, complicado y largo.
Es como ir „de paquete“ en moto en una carretera llena de curvas: tienes que dejarte llevar por esa curva, dejar de seguir la inercia de tu cuerpo que te impulsa a hacer contrapeso.
El niño*la niña es el*la conductor*a, tú vas de acompañante en este viaje: confía, déjate llevar y disfruta del paisaje.