Traurigkeit

Tu hija*hijo necesita la tristeza para madurar.

Imagina un torrente de agua o una cascada. ¿Qué pasaría si interrumpieras su flujo? ¿Qué consecuencias tendría? ¿Qué le pasa a tu cuerpo cuando contienes tu tristeza? ¿Y cuando por fin, después de mucho tiempo, logras expresarla?

El llanto es la expresión de la pena y llorar es símbolo de salud y equilibrio emocional.

 

Las niñas*niños pequeñas*os lloran muchas veces al día y por muchos motivos. Por eso es tan importante nuestro rol.

Como ya te conté anteriormente, la rabia aparece para ayudar a tu hija*hijo a cambiar lo que no le gusta.
La tristeza aparece cuando ya no puede cambiar la situación y le ayuda a aceptar que la realidad no es como se la había imaginado.

Te pongo un ejemplo cotiadiano:
Estás con tu hija*hijo en el supermercado y quiere una golosina. Tú le dices que no.
Entonces estalla la rabieta: está enfadada*o porque la situación le parece injusta y se impone.
Tú mantienes tu no.
Cuando tu hija*hijo entiende que no tiene nada que hacer y que no va a poder influir en la situación… llora de tristeza, conecta con su yo profundo, siente su frustración… Está aprendiendo a aceptar y a dejar ir. Aceptar es sinónimo de paz interior. Y no es fácil aprender esta lección.

Otro punto que me gustaría remarcar es el de las despedidas.
Que tu hija*hijo llore cuando se despide de alguien (sobre todo de ti) es símbolo de salud emocional y un entrenamiento importantísimo para su madurez.
Literalmente le está preparando para todo tipo de despedidas: un cambio de ciudad, una separación familiar, el final de una amistad o de un noviazgo, el final de un trabajo, el final del verano, el final de una vida…

Que tu hija*hijo pueda expresar la tristeza libremente le prepara a enfrentarse a las situaciones que no va a poder cambiar y que tendrá que aceptar.

Como afirman muchos expertos y como tú ya habrás aprendido: las emociones vienen y van.
La tristeza no dura para siempre. Pero si prestas atención te darás cuenta de que dura lo que dura el proceso de aceptación.
Es lo mismo para tu hija*hijo.
Deja que la tristeza haga su trabajo, que cuide de ella*él y la*lo haga más sabia*o.
Es importantísimo que tu hija*hijo sienta que puede estar triste para que aprenda a regular la tristeza.

Los adultos debemos poder ir más allá de sentir lástima y de querer sobreproteger a las*os niñas*niños para poder acompañarlas*os firmemente cuando están tristes.

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